Con talento, con gracia, con duende, con inspiración y con musa se nace. Es como tener ojos azules o cafés, voz ronca o aguda, ser chaparro o alto.
De esto, en el presente número 122 de Algarabía, tenemos dos ejemplos más que fehacientes: el de Quino y su insustituible Mafalda —a 50 años de su nacimiento— y el de Sebastián, el gran escultor de obras monumentales. Ambos se presentan como epítomes de lo anterior.
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